miércoles, 29 de julio de 2009

CARTA A MARÍA, LA ENFERMERA DE RYAN


Tengo cincuenta y ocho años y como tú soy enfermero del sistema público de sanidad desde hace más de treinta.
¡Animo compañera! Has tenido un error, como todos hemos cometido; lo malo es que tú, que nosotros, no trabajamos con papeles, con tornillos, con cosas, lo hacemos con personas y escogimos voluntariamente esta actividad llevados de nuestro deseo de ayudar a los demás a mantener su salud, de luchar por mejorar las condiciones de vida o en último extremo por evitar el dolor.
Y te equivocaste, ¡cómo es posible!, dicen algunos basándose precisamente en que como trabajamos con personas tenemos que extremar la atención y el cuidado. Lo que nadie puede imaginar es cuánta atención y cuidado has tenido que poner cada uno de los días que has trabajado cuidando pacientes; cuántas veces has revisado lo que ibas a hacer; cuántas carreras has tenido que dar para poder atender a tus pacientes por falta de compañer@s suficientes; cuántas veces has tenido que cambiar de destino, siempre con la amenaza encubierta de la no renovación de contrato, siempre esforzándote por hacerlo todo bien aunque superase lo lógico, y a pesar de todo eso, cuántas caricias y ánimos has prodigado; cuánto aprendizaje has ido acumulando a pie de cama

¡¡¡HIPOCRITAS!!! Dicen que cometiste un error terrorífico. ES MENTIRA. Tú tuviste una equivocación, te equivocaste, desgraciadamente, y es seguro que nadie en esta historia está más destrozada que tú y la familia afectada.

¡¡EL ERROR TERRORIFICO LO COMETIERON Y LO COMETEN ELLOS!! los que han llevado al deterioro de la sanidad pública, la de todos, y quieren hundirla aún más para entregarla a manos del negocio privado.

Los que obviando, ellos sí, que trabajamos con personas, no han aumentado las plantillas a pesar de que la población ha crecido y mucho, a fin de abaratar costes.
Los que obviando, ellos sí, que la precariedad en el empleo es fuente del aumento de accidentes de todo tipo, vienen firmando contratos temporales constantes a quienes se incorporan al mundo sanitario, a fin de evitar que se consoliden sus derechos, de que puedan decir no a órdenes carentes de rigor profesional (hoy a cardiología, mañana a trauma, anteayer en medicina interna), los que tratan la salud de los ciudadanos como si estuvieran en una fábrica de tornillos, no en un hospital de todos, para todos y pagado por todos.

Los que obviando, ellos sí, que también son médic@s, enfermer@s, acatan directrices de los dirigentes políticos contra la dignidad de unas profesiones a las que deberían todo el respeto, contra la calidad de la atención a la que todos tenemos derecho, dando órdenes, aceptando malos materiales, asistiendo impasibles al desmantelamiento de los centros públicos desde los diferentes puestos de responsabilidad, logrados a dedo y que mantienen con silencios cómplices y culpables.

Los que obviando, ellos sí, que no son, o deberían ser, sino representantes de la enfermería, se llevan ahora las manos a la cabeza espantados de cómo te han atacado, cuando no han sabido luchar ni movilizar al colectivo en pos de unas condiciones dignas de trabajo y de contratación para ti y para miles como tú, sino que han permanecido en un ignominioso silencio cómplice, permitiéndolo todo, aceptando tus cambios constantes y los de otros miles de puesto de trabajo. Callando ante la privatización de la sanidad de todos, y apareciendo sólo con fugaces lavados de cara. Y todo eso, por qué, a cambio de qué. Seguro que ellos sí que lo saben. Lo más fácil es que ahora empiecen a organizar cursos subvencionados con sustanciosos beneficios, sin que a la postre peleen por mejorar las condiciones de trabajo y la atención a los pacientes.

A TODOS ELLOS LES INVITO A QUE DIMITAN, y se vengan al bando de los hombres y mujeres que consideramos que lo más importante son las personas, no el detentar puestos de poder o los beneficios a obtener en los negocios ya sean sucios o limpios.

¡¡¡TODOS ELLOS SON LOS QUE HAN COMETIDO UN ERROR TERRORÍFICO Y
PLANIFICADO!!! No tú, María. Te repito, tú te equivocaste.
Tú, que probablemente fuiste la última persona en acariciar con ternura a
Ryan, antes de cerrar la incubadora.
ANIMO MARIA.

miércoles, 15 de julio de 2009

DEPORTE Y OBESIDAD


El tipo, duración y nivel de intensidad de la actividad física que realiza una persona influyen tanto en la patogenia como en la respuesta al tratamiento de la obesidad. Considerando que se ha demostrado que el ejercicio físico es una herramienta terapéutica eficaz en el manejo integral de las personas obesas, es necesario precisar los fundamentos, la metodología y los objetivos de su aplicación

La capacidad de trabajo físico es la capacidad de un sujeto para realizar un trabajo con agrado y sin sensación de fatiga. No implica necesariamente la ejecución de un esfuerzo máximo, sino más bien el desempeño de un individuo en sus roles habituales laborales y de recreación. En los inicios de la humanidad, el hombre necesitó un gran poder físico para sobrevivir, el que se logró gracias al trabajo y lucha continuos, que dieron fuerza y habilidad a su cuerpo. De esta manera, sus características anátomo-fisiológicas se perfeccionaron para el movimiento y la acción, por lo que el aparato locomotor y sus órganos de servicio constituyeron la parte principal de su masa corporal total. En la actualidad, la disminución del tiempo libre, el exagerado reemplazo del esfuerzo físico humano por la tecnología, el aumento de agentes estresantes con la consecuente fatiga mental y física, etcétera, tienden a disminuir los requerimientos de gasto energético en los individuos. Estos factores, sumados al deterioro funcional propio del envejecimiento, disminuyen la capacidad de trabajo físico, con pérdida de la eficiencia mental y física, pudiendo predisponer a enfermedades cardiovasculares, respiratorias y artro-músculo-esqueléticas. También pueden causar trastornos psicológicos y metabólicos, ya que los estímulos insuficientes deterioran las funciones mientras que los supramáximos suelen ser iatrogénicos.

Entremamiento físico

La capacidad de desempeño físico depende de factores hereditarios, somáticos, ambientales y psicológicos. El aumento del nivel de actividad, lograda a través del entrenamiento, puede modificar en forma significativa esta capacidad. El entrenamiento físico consiste en someter al organismo a una carga o tensión de trabajo de intensidad, duración y frecuencia suficientes para producir cambios adaptativos observables o medibles. Para lograr un entrenamiento es necesario exponer al organismo a una tensión mayor de la que efectúa normalmente. Por lo tanto, para lograr cambios biológicamente correctos resulta imprescindible calcular con precisión la intensidad del esfuerzo. La intensidad requerida aumenta a medida que mejora el desempeño en el curso del entrenamiento. Estos conceptos son de gran importancia, teniendo presente que estímulos submínimos no producen adaptaciones.

Principios generales del entrenamiento

Estrés fisiológico o sobrecarga.

Consiste en exponer a un sistema a una sobrecarga funcional. Las variables que se usan son frecuencia, intensidad y tipo de ejercicio.

Principio de especificidad.

Se refiere a que los cambios adaptativos específicos anátomo-fisiológicos y/o metabólicos, dependen del tipo de estrés empleado. Por ejemplo, aquellos ejercicios que mejoran la fuerza muscular poco o nada contribuyen a mejorar la resistencia a la fatiga.

Principio de individualidad.

Aun cuando muchos factores contribuyen a la variabilidad de la respuesta individual al entrenamiento, tiene considerable importancia el nivel inicial de acondicionamiento de la persona. La evaluación de todos los componentes de la capacidad de desempeño físico, por lo tanto, resulta imprescindible.

Principio de reversibilidad.

Cuando una función no se ejercita con estímulos mínimos adecuados, tiende a deteriorarse. Una o dos semanas de detención de un entrenamiento, bastan para sufrir deterioro en las funciones.

Objetivos especificos del entrenamiento en el obeso

Mejoría de la capacidad aeróbica.

El entrenamiento debe permitir realizar actividad física de mediana a gran intensidad (60 a 90 % de su frecuencia cardíaca máxima teórica), por períodos prolongados (35 a 60 minutos), con sobrecarga del sistema de transporte de oxígeno, con pequeña participación anaeróbica y sin sensación de fatiga. En estas condiciones, en los primeros 30 min el 50% de la energía proviene de los ácidos grasos, alcanzando a los 120 minutos el 80%.

La mejoría de esta condición puede transformar al paciente en un excelente quemador de calorías con el ejercicio. También puede producir un aumento de la termogénesis post-ejercicio y de la tasa metabólica de reposo. Asimismo puede aumentar la sensibilidad periférica a la insulina y mejorar la regulación del apetito.

Para lograr lo anterior se necesita que el obeso se entrene con una frecuencia de tres veces a la semana, con una duración de alrededor de sesenta minutos por cada sesión, manteniendo estable la carga de estímulos fisiológicos a lo menos 30-35 minutos, con ejercicio continuo o intermitente.

Caminar puede ser el ejercicio de elección. Por ejemplo, un individuo de 98 kg que camina a regular velocidad (2-3 km/h), gasta 7,8 cal/min, 470 kcal por hora, 14.400 kcal mensuales (equivalente a 1,8 kg de tejido graso). En teoría, en un año esto podría llevar a la pérdida de alrededor de 22,5 kg de tejido graso. Aunque esto no suele suceder en la realidad, muestra el potencial que tiene el ejercicio físico en la pérdida de peso.

La intensidad es el factor más crítico en lograr cambios adaptativos. Refleja, como se señaló anteriormente, tanto la cantidad de energía requerida como el sistema específico que provee la energía. La intensidad puede ser expresada como calorías gastadas por unidad de tiempo, como porcentaje del máximo consumo de O2, como un porcentaje de la frecuencia cardíaca máxima teórica o como un múltiplo de la tasa metabólica de reposo. El parámetro más usado en clínica es la frecuencia cardíaca, que tiene una relación bastante estrecha con el VO2 máx. Por ejemplo, un 70% de FCM en ejercicio corresponde, más o menos, al 50-55% del VO2 máx. En términos prácticos, corresponde al nivel de actividad en que una persona puede realizar un ejercicio y sostener una conversación a la vez.

Idealmente, la determinación de intensidad debe realizarse a través de una prueba de esfuerzo, con electrocardiograma y con medición directa de consumo de O2, para establecer el umbral anaeróbico, aeróbico, ventilatorio o metabólico. Es útil practicar un electrocardiograma de esfuerzo a toda persona mayor de 35 años, aun cuando no presente otros factores de riesgo de enfermedad coronaria.

Aumento de la fuerza muscular.

El aumento de la fuerza muscular permite una menor pérdida de tejido muscular durante una dieta hipocalórica y la normalización de la composición corporal, con incremento de la masa libre de grasa, de la capacidad de trabajo físico y de la remodelación corporal.

En conclusión...

Cualesquiera sean los objetivos del entrenamiento, éste debe planificarse individualmente en relación con el nivel inicial de la capacidad de desempeño físico de la persona, duración y progresión en intensidad, el tipo de ejercicio, el estado del sistema artro-músculo-esquelético, las patologías agregadas, etcétera. Es preferible invertir tiempo al comienzo del entrenamiento en una cuidadosa evaluación, instrucción sobre los ejercicios y extremada cautela en la progresión de la intensidad, que exponerse a producir lesiones, fatigas por sobrecarga y posible pérdida de la motivación, con el consecuente abandono de la terapia.

lunes, 6 de julio de 2009

Dieta Hiperproteica: los riesgos ocultos de un plan energizante


Las necesidades de proteínas recomendadas para un adulto sano normal es de 0,8 g/ kg de peso corporal/ día. Las necesidades mínimas para la conservación del equilibrio de nitrógeno en adultos sanos es de 0,4 a 0,5 g / kg/ día.

¿Qué problemas a la salud traen las dietas hiperproteicas?
* Restringen alimentos sanos que proporcionan nutrientes esenciales.
* No son variadas y no se cubren los requerimientos nutricionales (vitaminas, minerales, fibra, antioxidantes).
* Generalmente la proteína animal suele ir acompañada de grasas, aún en los cortes magros, en su mayor parte saturadas (aumenta el colesterol sanguíneo) y se ha demostrado que un elevado aporte de ácidos grasos saturados aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
* La pérdida de peso inicial es elevada. Se debe a la pérdida de líquidos al suspender de la alimentación los hidratos de carbono.
* El exceso de proteínas en la dieta se asocia a enfermedades del riñón, debido a su mayor exigencia en eliminar más nitrógeno, y existe el riesgo de padecer cálculos renales, ya que existe una mayor eliminación de calcio.

Las personas que consumen altas cantidades de carnes regularmente, tienen una mayor incidencia a desarrollar:

• Osteoporosis (por una mayor pérdida de calcio por el riñón, que fue extraído previamente de los huesos).
• Una mayor tendencia de fracturas de cadera.
• Una mayor frecuencia de cáncer de colon.
Los aminoácidos (aa) se acumulan normalmente en las membranas basales de los capilares sanguíneos para ser utilizados rápidamente cuando son ingeridos en cantidades saludables. Si se ingieren en exceso, pueden dificultar el tránsito de nutrientes a las células con el consecuente daño del tejido.

¿Qué sucede cuando se consume altas cantidades de proteínas?

El organismo no las puede utilizar para las funciones específicas y ¿qué hace? se queman en las células para producir energía y dejan residuos metabólicos (amoníano), que resultan tóxicos para el organismo.

El amoníaco en el hígado se transforma en urea que es eliminado por la orina.
Cuando el riñón no filtra toda la urea que formó, esta sustancia es acumulada en la sangre y como resultado se produce el estado urémico (toxicidad).

Los argentinos son grandes consumidores de carnes. Es muy frecuente que sufran con frecuencia síntomas característicos debido al aumento de sustancias tóxicas como el amoníaco que se traduce en jaquecas, irritabilidad, mala concentración, nauseas, diarrea, confusión, etc.

En deportistas que realizan competencias, es un error que se sometan a dietas hiperproteicas previas a la competencia, ya que les puede acarrear fatiga muscular, por intoxicación urémica.

Todas estas razones sería interesante que reflexione sobre la conveniencia o no de exagerar el consumo de proteínas.

¿Por qué logran bajar de peso rápidamente?

* Producen una pérdida inicial de líquidos que se asocia a una menor ingesta de hidratos de carbono. Al poco tiempo se sigue adelgazando menos y lento.
* Hay disminución del apetito producida por la cetosis (se debe por falta de carbohidratos o perturbaciones de su metabolismo. Se utilizan las reservas corporales (generalmente grasa) para proveer al organismo la energía necesaria. Durante el uso de sus reservas se producen productos tóxicos generados al destruirse la grasa a nivel sanguíneo. Cuando esto es rápido, el cuerpo no puede desintoxicar lo suficientemente rápido y como resultado se produce la Cetosis.

¿Cuáles serían las ventajas de las dietas proteicas?
* No hay restricciones de cantidades de alimentos sugeridos.
* Hay disminución del apetito por la intoxicación generada por la cetosis.
* Hay una elevada pérdida de peso inicial (debida por la eliminación de líquidos en exceso).

Por lo tanto:
• No efectuar este tipo de dietas por períodos prolongados porque trae como consecuencia enfermedades.
• No fomentan la modificación de los hábitos alimentarios sino el descenso rápido.
• Utilizarla únicamente en situaciones especiales pero en períodos muy cortos.

Recuerda, consultar a un especialista en Nutrición antes de realizar cualquier cambio significativo a tu dieta, en el caso de que tenga alguna patología como diabetes, enfermedades cardiovasculares, etc.