La informatización completa de los servicios de salud permitirá guardar las prescripciones de medicamentos en una tarjeta de bolsillo
Para muchos ciudadanos la cuestión de las recetas médicas es un trámite eventual por el que tienen que pasar muy de vez en cuando. En este grupo está la población que goza de buena salud. En cambio, muchas otras personas se ven necesitadas de una amplia gama de medicinas que deben administrarse con regularidad y frecuencia.
Tal es el caso de las personas con enfermedades crónicas y, sobre todo, el grupo de la tercera edad. Para todo este colectivo, que a día de hoy tiene que acudir a la farmacia con un ramillete de recetas oficiales timbradas en su centro de salud, la receta electrónica supondrá un alivio. La tarjeta sanitaria, una tarjeta de bolsillo con un dispositivo electrónico, y la receta electrónica ya están sustituyendo a todo el papeleo de prescripciones e identificaciones vigente.
"Las personas mayores que acuden con frecuencia a una farmacia, lo hacen porque sufren enfermedades crónicas que necesitan una medicación constante y estas personas se sienten inseguras ante tantos papeles, ya que necesitan mensualmente bastantes medicamentos diferentes y cada uno precisa de una receta individual". Además, en estas edades la tendencia a las confusiones y los olvidos aumenta y con ello el miedo equivocarse, por lo que toda innovación que simplifique los trámites aportará tranquilidad a los pacientes.
Menos tiempo en la farmacia
Por otro lado, el tiempo de registro y gestión de las recetas se reducirá enormemente. Las recetas de los servicios públicos de salud contienen un código de barras para verificar su autenticidad. Pasarlas una a una por el lector es un trabajo extra, y obligatorio, que se añade a la búsqueda del medicamento y su entrega al cliente. La consecuencia de un protocolo tan largo es la acumulación de personas en el reducido espacio de la botica, con la incomodidad que ello conlleva.
El nuevo sistema comenzaró su andadura en Cataluña, después se implantó en Andalucía en marzo y seguidamente en casi todas las demás comunidades. Está avalado por el plan "Sanidad en Línea" del ministerio de Sanidad y cuenta con un presupuesto de 141 millones de euros que podrían duplicarse en el futuro. En el proyecto interviene también el ministerio de Industria. El objetivo es que progresivamente se vayan introduciendo los historiales médicos de los ciudadanos residentes en cada comunidad en una base de datos a la que tanto los médicos como los farmacéuticos tengan acceso.
En la base, que contará con una entrada personal para cada paciente, se detallará el historial clínico del mismo, las distintas líneas de medicación que ha seguido y los medicamentos que le han sido prescritos en el momento de la consulta. Por su parte el paciente poseerá la tarjeta sanitaria, que le identificará como usuario y permitirá tanto al farmacéutico como al médico acceder a su historial clínico y farmacológico.
Una gestión sencilla
"Cuando el médico prescriba los medicamentos a un enfermo en el centro de salud, lo hará tecleándolos en el ordenador e introduciendo la prescripción en la base de datos". Seguidamente el médico pasará la tarjeta sanitaria del paciente por un lector e imprimirá una hoja de papel con el listado de medicamentos a entregar. "La hoja lleva un código de barras que se leerá en la farmacia; es el único requisito físico que hay en todo el proceso, pero es sólo una hoja y no varias como anteriormente".
Una vez en la farmacia, se pasará la hoja por el lector de códigos y después la tarjeta sanitaria permitirá la comprobación de los datos del paciente. Sin más, éste recibirá sus medicamentos y podrá marcharse. El que exista una hoja de papel como requisito tiene su sentido: junto a la agilización de la entrega de medicamentos, otro objetivo de la receta electrónica es evitar el fraude farmacéutico en la salud pública.
Con el nuevo sistema se podrá ejercer un mayor control sobre las irregularidades en el consumo de medicamentos por parte un enfermo, además de evitar el fraude mediante falsificación de recetas, ya que el código de la tarjeta y el de la hoja impresa por el médico deberán coincidir. La hoja impresa también sirve de comprobante de entrega para que el farmacéutico pueda cobrar al servicio de salud los medicamentos.
Prescripciones a largo plazo
En el caso de pacientes crónicos o impedidos no será necesario que efectúen tantos desplazamientos del centro de salud a la farmacia, ya que sus líneas de medicación podrán ser programadas con meses de antelación y tanto el médico como el farmacéutico sabrán exactamente cuál es la cuota mensual de fármacos, por lo que no habrá problema alguno en que vaya a recogerlos un familiar.
Otra ventaja de la receta electrónica y de la digitalización y control de los historiales clínicos y farmacológicos: "Existirá una seguridad en el uso de los medicamentos, cosa que, aunque parezca increíble, ahora no existe". Muchas veces, como no existen historiales salvo en casos de enfermedades serias, se recetan medicamentos parecidos a los que el paciente tomó anteriormente y que no le hicieron efecto, o bien tuvieron efectos negativos.
Por otro lado, la comunicación entre médico y farmacéutico mejorará sensiblemente, por lo que se podrán establecer consultas bidireccionales y detectar casos de abusos de medicamentos o adicciones. "En ocasiones el paciente va acumulando fármacos en su armario de las medicinas y se las administra sin control médico; es decir que se automedica con todo lo que esto conlleva: uso de medicamentos caducados o deteriorados, abusos, adicciones...".
Polémica por la sustitución de medicamentos
Un aspecto de la nueva receta que puede generar cierta polémica es el de la sustitución de fármacos. La legislación establece que en determinadas circunstancias las farmacias pueden sustituir el medicamento prescrito por el médico por otro con la misma función y efectos; por ejemplo en el caso de que la farmacia no disponga de la marca especificada en la receta. La farmacia estaría obligada por ley a esa sustitución en algunos casos, como cuando el medicamento prescrito tenga un precio superior al de referencia y exista un genérico de sustitución.
La sustitución de un medicamento, por su genérico u otro homólogo, puede suponer en algunos casos una modificación constante en la base de datos que deberá ponerse en conocimiento tanto del médico como del farmacéutico. Estas modificaciones generarán un trabajo adicional para ambos responsables, ya que actualmente no es necesario hacer constar la sustitución en ningún historial.
La situación se vería adicionalmente complicada por la controversia que mantienen ambos colectivos sobre quién es el responsable último de la receta: mientras que el Consejo General de Colegios Farmacéuticos considera justificada la sustitución de medicamentos, los médicos se muestran mayoritariamente reticentes a otorgar a aquéllos la capacidad de sustituir los fármacos por ellos prescritos.